Hace mil que no publicaba una nueva entrada. Me pasaba a menudo para ver los comentarios y otros blogs, pero no sabía qué decir en mis entradas.
El viernes quedé con Rosalie y Jessica para ir al cine. Queríamos ver la película de historias de San Valentin, pero ya no estaba en cartel y en el cine de al lado la habían hecho a las cuatro de la tarde con una única sesión así que nos decidimos por ir a ver Percy Jackson y el ladrón del rayo.
La película me gustó mucho aunque no sea comedia romántica, mi favorita. Es una mezcla entre Harry Potter y Narnia de ese tipo de películas que no tienen edad aunque sean para todos los públicos. Después de informarme averigüé que está basada en una saga de libros (pero no los había oido nombrar ni recuerdo haberlos visto en los centros comerciales). De todas formas, me gustó mucho la película y probablemente vea las siguientes o me lea en verano algunos libros.
Luego tuve que irme a felicitar a mi abuela, que era su cumpleaños, así que no pude entretenerme mucho a la salida ya que mis padres me esperaban desde hacía tiempo en el coche.
El sábado por la mañana, fui de puerta en puerta con una amiga de la falla. Me refiero, a que era la arreplegà y nos tocaron siete patios.
Por la tarde volví a quedar con Rosalie y Jessica para ir al centro. Como ya no hacían ninguna película que nos interesara a las tres decidimos irnos al Starbucks para tomar cualquier cosa y hacer tiempo hasta la hora de la cena porque comenzaba a llover. Estuvimos cerca de una hora y luego fuimos a tres o cuatro tiendas a ver ropa y complementos; Jessica cogió varios vestidos de fiesta y cocktail para probárselos pero no se llevó ninguno y yo, al final, me compré una blusa azul fruncida que me quedaba bien. O al menos eso fue lo que dijeron Rosalie y Jessica.
A todo esto, ya eran las nueve y cuarto así que decidimos ir a cenar algo normalito y nos fuimos a una bocatería. No llegué a casa muy tarde, pero mi madre se alegró de que hubiera salido durante dos días seguidos. No sé por qué.
[...]
El día de hoy ha sido realmente horroroso respecto al clima. Ha estado todo el día nublado y con una humedad terrible pero hemos ido a comer con unas tías al pueblo.
El pueblo no estaba muy lejos de Valencia, a una media hora o poco más. Hemos pasado por el nuevo cauce del río, ese que tanto me gusta y que no puedo dejar de mirar por la ventanilla para leer los graffittis de amor y declaración que hay inscritos en sus paredes. Siempre me ha gustado leerlos. Siempre me han gustado los graffittis con mensaje.
Como hemos llegado antes que ellas hemos dado una vuelta por las estrechas calles del pueblo. Las señoras de allí me taladraban con la mirada intentando saber quién era o por qué no les resultaba familiar.
Al final hemos entrado todos en el restaurante y todo sea dicho, había un camarero muy guapo. Debería tener unos diecisiete o dieciocho años.
Siempre solemos ir al mismo sitio cada dos o tres meses pero no recordaba haberlo visto antes. Tenía los ojos azules claro, casi grises; mi padre le ha dicho que teníamos la mesa reservada y nos a acompañado hasta ella pero no ha sido él quién se ha encargado de atendernos durante la comida, si no un compañero suyo no tan atrativo ni tan simpático, ¡En fin!
Al llegar a casa, no he podido evitar el volver a leer el graffitti que hay en la carretera: "21 (L) Te quiero" y tampoco he podido evitar acordarme de la inscripción del libro A Tres Metros Sobre El Cielo.
Mientras entrábamos al garaje me he imaginado que algún día me levantaré y al salir por la mañana de casa vería algún graffitti para mi.



Plan De Una Adolescente Soñadora Durante El Fin De Semana